Nada como un buen escándalo para desatar las malas lenguas de la alta sociedad londinense. Por eso cuando hallaron muerto al secretario personal del príncipe Sebastian, heredero del trono de Alucia, durante su visita oficial a Inglaterra, el asesinato se convirtió en el principal tema de conversación para todos, incluida Eliza Tricklebank. Su irreverente revista de chismorreos se había beneficiado de una pista anónima sobre el crimen, y había empujado a Sebastian a convertirse en detective.
Secretos íntimos del rey
Todos los jóvenes de la alta sociedad de Londres competían por la mano de lady Caroline Hawke, salvo uno. El guapo y libertino príncipe Leopoldo de Alucia no recordaba ni siquiera bien su nombre, y aquel insulto no debía tolerarse. Así pues, Caroline iba a asegurarse de que Leo no la olvidara nunca más: se encargó de que los chismes más escandalosos sobre su persona aparecieran en una revista para mujeres... Mientras, secretamente, ponía los ojos en él.