El Prometeo y la Orestíada de Esquilo son el aliento épico de Grecia en el teatro. Sófocles alcanza con su Antígona la cumbre de la trágica griega, son una penetrante mirada sobre la condición humana. Eurípides se caracteriza por la pintura de los estados pasionales, que alcanza en Medea su mayor intensidad. Aristófanes, en obras como Los caballeros, nos ofrece una mirada desenfrenada y cáustica sobre la Atenas del siglo IV a.C.