Quizá, por estar ensombrecida por su colosal hermano, Don Segundo Sombra, o quizá por su estructura en ”tono menor” y casi quebrado, Xaimaca ha pasado casi inadvertida, cuando no, ha sido totalmente olvidada del gran público, y sin embargo es una novela enorme, evocadora de temperaturas, colores y agónicas melodías; lo que la convierte en uno de los relatos de amor más turbadores de la literatura hispánica del s. XX.Por eso, volverla a publicar ahora es casi una exigencia tanto artística como casi didáctica, cuando tanta insulsez y banalidad se amontona en nuestras librerías con el pretexto de este asunto, siempre eterno y siempre literario, pero tan difícil de alcanzar con la magistral resolución que Güiraldes puso en Xaimaca.