Vainilla
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El gusto se adquiría… lo único que necesitaba él era adquirirlo.Elise tenía muy claro lo que le gustaba en la cama, y se aseguraba de conseguirlo. Su sed de dominación estaba saciada desde hacía tiempo gracias a unos cuantos hombres más que felices de inclinarse ante ella.Sin embargo, la satisfacción sexual no era lo mismo que el amor, y ella ya se había quemado en el pasado por ofrecer su corazón con excesiva libertad.Niall era guapo, inteligente, triunfador y dulce… dulce como la vainilla. Al instante de conocerse, su atracción hizo saltar chispas, a pesar de que él no compartía sus gustos sexuales. Aunque Elise intentó evitarlo, terminó por sucumbir y enamorarse de él, pero ¿cómo podría funcionar una relación en la que ambos amantes querían colocarse encima?