Los soviets aprovecharon el malestar del pueblo ruso y su deseo de poner fin a La Gran Guerra, para imponer un nuevo orden comunista. La creación del Ejército Rojo les permitió contar con una amplia base de poder, sobre todo tras el estallido de la Guerra Civil. Su prueba de fuego definitiva se produjo durante la Gran Guerra Patriótica (la Segunda Guerra Mundial). Cuando los nazis invadieron la URSS, el Ejército Rojo plantó cara a la invasión y, con el tiempo, consiguió llevarlos de vuelta hasta Berlín. En la posguerra, el Ejército Rojo se convirtió en la columna vertebral de las fuerzas del Pacto de Varsovia, tomando parte en diferentes enfrentamientos (Cuba, Corea, Vietnam, Afganistán). El Ejército Rojo fue un pilar fundamental del régimen hasta el desmembramiento de la URSS y su disolución en 1991.