Vladímir Arséniev rememora en este libro las aventuras y amistad que compartió con Dersú Uzalá, un nativo del Lejano Oriente ruso que fortuitamente encontró en una de sus expediciones por la taiga. Un peculiar estilo narrativo, tan sencillo como lleno de humanidad y rigor científico, es tal vez el secreto del éxito de la obra de este escritor-explorador ruso, absolutamente maravillado por la imponente naturaleza de los confines de su gigantesco país.