Yo existo. Sé que existo, he existido y existiré. Y lo sé porque soy real. Soy lo más real que conozco. Yo misma soy mi única certeza. Pienso porque existo, y existo porque pienso. De no ser así, ¿de quién serían estas palabras? ¿Quién si no yo, que me encuentro en esta tesitura, podría comprender tanto mis sentimientos como para plasmarlos aquí, tal como los vivo? ¿Quién entendería el dilema de un hada, sino el hada misma?