A Carlee Miller no le importaba que su bebé fuera a heredar una fortuna, sólo quería un hijo al que amar. Pero después del error cometido por el banco de esperma, se encontró con abogados que reclamaban la custodia del heredero.
Y entonces conoció al padre en cuestión.
El hecho de que Hal Ward fuera sexy, además de multimillonario, no implicaba que Carlee debiera casarse con él. Pero los hombres ricos podían ser muy convincentes.
Y una vez que Carlee se convirtió en su esposa, descubrió que le resultaba muy difícil negarle nada a su encantador marido...