La fabulosa herencia de una begún hindú, de 527 millones de francos de la época, parece quedar sin sucesor. Al final aparecen dos parientes lejanos (legítimos herederos) que pueden aspirar a ella: el francés Dr. Sarrasin y el alemán Dr. Schultze, médico el primero y químico el segundo, emparentados en grado lejano a través de una francesa casada con antecesores del alemán.
Mientras el primero dedica la mitad de su fortuna a construir en Oregón (Estados Unidos) una utópica ciudad moderna, France-Ville, ordenada, limpia, sin enfermedades y con los medios de comunicación más modernos, el teléfono en cada casa y el reloj eléctrico en todas las plazas, el segundo construye, no muy lejos, Stahlstadt, la ciudad del acero, ciudad-fortaleza repleta de secretos en la que se produce en sus fundiciones todo tipo de armas para cualquier país o potencia que pueda pagarlas.