Brant Curtis había soñado con Rowan, su ex-mujer, durante años y ahora que la tenía enfrente sabía exactamente lo que deseaba hacer. Deseaba besarla con tal desesperación que casi podía saborear sus labios y sentir la sedosa piel de su mejilla.
Pero, como Rowan había señalado, hacía falta más que una buena relación sexual para hacer que un matrimonio funcionara.
También Brant deseaba algo más que una noche en recuerdo de los viejos tiempos, deseaba que Rowan volviera con él costara lo que costara.