Hacía ya un año de aquella tormenta de nieve en mitad de la cual Holly Barrows había corrido a los brazos de Slade Rawlins, convencida de que alguien la perseguía. Había llegado a él como una maravillosa aparición en mitad de la oscuridad de la noche. Pero Holly era real, una mujer de carne y hueso cuyo cuerpo Slade había memorizado con sus dedos. Después de aquella noche había desaparecido y no la había vuelto a ver hasta aquellas navidades, cuando llegó asegurando que habían secuestrado a su bebé...