El papiro, el pergamino y la imprenta han acelerado el curso de la historia, extendiendo capilarmente el acceso a la lectura y a la cultura. En la actualidad, Internet permite a cualquier usuario disponer de varias bibliotecas de Alejandría en la palma de la mano. Sin embargo, las nuevas máquinas y su almacenamiento casi ilimitado no debe hacernos olvidar que la acumulación de conocimientos no constituye la sabiduría.