Tras dos años de intensa investigación sobre la vida y el comportamiento de muchos líderes, el autor considera que hay dos virtudes específicas en ellos: la magnanimidad y la humildad. Ambas palabras, además, gozan de un extraordinario poder emocional y existencial: van directas al corazón, porque personifican un ideal de vida: la grandeza y el servicio. El liderazgo reconoce, asimila y da a conocer la verdad sobre el hombre.