Erik es un chico pelirrojo con una sonrisa enorme, se le ven todas las muelas, parece un emoticón de esos que sonríen con doble fila de dientes. Eso no sería del todo raro si no fuera porque
a Erik le encanta comer moscas y pescado crudo, treparse a los árboles y hacer fogatas en la casa de sus compañeros. ¿Y si Erik no fuera lo que parece? Descúbrelo en esta divertida historia con un fascinante mensaje sobre los límites de la ciencia que nos dejará pensando.