Llevaba el rostro cubierto con una máscara... pero unos impresionantes ojos azules hipnotizaron a Jill Lawson y la arrastraron hasta él. Un malentendido la estaba metiendo en más de un problema; ahora la acusaban de asesinato. Por no mencionar que había hecho el amor apasionadamente con un completo desconocido.
Demostrar su inocencia resultó ser mucho más difícil de lo que había pensado, sobre todo porque estaba demasiado distraída por el recuerdo de los besos de aquel hombre misterioso. Unos besos que eran sospechosamente parecidos a los del detective Mac Cooper...