Edith Södergran pasó casi toda su vida, a comienzos del siglo xx, en un pueblecito llamado Raivola —residencia de verano de la intelligentsia de San Petersburgo—, situado en la frontera con Finlandia. Su obra, pese a ser una de las más importantes de la literatura nórdica de todos los tiempos, es poco conocida en castellano. La presente edición de su poesía completa recoge la labor de una mujer enérgica y serena, ensalzada como una de las figuras fundamentales de la poesía en lengua sueca.
Como señala Elena Medel en el prólogo a esta edición: «A Edith Södergran le preocupan la búsqueda de la felicidad y el logro de la belleza, el tono agridulce de los gestos […]. La poética de Södergran se teje a campo abierto: sin dogmas, brindándonos impulsos para reflexionar, priorizando la impresión frente a la certeza».