La educación en el gobierno peronista de Domingo Mercante, 1946-1952
Forjistas, peronistas y católicos
Buchbeschreibung
Durante los seis años del gobierno de Domingo Alfredo Mercante las cuestiones educativas fueron tratadas desde distintas concepciones ideológicas. Si bien esa diversidad encuentra explicación en la distinta orientación político-ideológica de las gestiones de Alejandro Greca (1967-1947), Estanislao Maldones (1947-1949) y de Julio César Avanza (1949-1952), puede señalarse que reflejaba la pluralidad de líneas que coexistían en los niveles directivos de la educación. Así, figuras como Jaime Glattstein, quien orientó la enseñanza preescolar en los principios de la escuela activa, o Bernardo Serebinsky, médico psiquiatra de filiación freudiana y de compromiso político con los republicanos españoles, creador del Instituto de Psicología y Orientación Profesional, compartieron funciones con católicos, como Emilio Mignone, en la Dirección de Enseñanza, el pedagogo Rafael Ruta, en el Departamento de Didáctica, o el padre Leonardo Castellani, como asesor ministerial. Esta composición, no obstante el sesgo catolizante impreso a partir de 1949, evidenciaba tanto la heterogeneidad del campo técnico-pedagógico como la vigencia de una pluralidad ideológica.
Múltiples fueron las transformaciones educativas durante el mercantismo. En lo institucional se produjo a partir de 1949 la transición del sistema educativo fundacional a un modelo que privilegió la ejecutividad sobre la deliberación, se complejizó la estructura de gobierno con la incorporación de organismos que atendieron a nuevos niveles y modalidades, y se sumaron otros, de sesgos modernizantes, que aportaron conocimientos técnico-científicos al tradicional saber pedagógico que predominaba en la educación provincial. La concreción de las 2982 obras del Plan Integral de Edificación Escolar resolvió el problema que la educación provincial arrastraba desde sus inicios.
En tanto, el sesgo católico que Mercante impuso a la educación a partir de 1949, en tiempos que comenzaban a arreciar las tensiones entre Perón y la Iglesia católica, no puede considerarse extraño a la confrontación entre ambos líderes políticos.