Bartolomé Blanco, animador del Oratorio salesiano de Pozoblanco, obrero y luchador audaz por la causa de la justicia social, fue fusilado en 1936 por su compromiso vital con la causa del Evangelio, que es la causa de los pobres. La historia de su vida sorprende por su actualidad y la carga profética de una existencia entregada al Evangelio en uno de los momentos más trágicos de la Historia de España. Su testimonio, de gran carga profética, merece ser propuesto como modelo a los jóvenes de nuestro tiempo y especialmente a la familia salesiana, de la que él formó parte como salesiano cooperador.