Tras la batalla de Actium que puso fin a una larga serie de guerras civiles, se inicia, bajo el reinado de Augusto, un largo periodo de reconstrucción, durante el cual los romanos volvieron los ojos al pasado. Augusto fue quien animó a Horacio a cantar en sus Odas los loores de la piedad y a celebrar a los grandes hombres de antaño. El propio emperador protegió a Virgilio, y el poeta, de acuerdo con él, levantó con su Eneida el más perenne monumento a la gloria de Roma.