No sabía cómo se llamaba, no sabía de dónde era. Rianna Kingsley sólo sabía que sus conocimientos de artes marciales y técnicas asesinas estaban muy por encima de lo que sabía una persona normal.
Todos los hombres que habían intentado asesinarla tenían algo en común: un tatuaje de un caballo alado exacto al que ella tenía en el tobillo. ¿Qué significaría?
Era muy peligroso para Rianna compartir nada con nadie, especialmente con el hombre al que habían contratado para matarla. Pero no podía resistirse a la tentación de sus brazos... o de su cama.