«Este libro es una crucifixión y un inri», reza el epígrafe de El occiso. De este modo, la autora nos adelanta lo que vamos a encontrar: una lectura descarnada que se desgarra a través de tres narraciones brevísimas, salvajes y pasionales.
Se trata de un conjunto dedicado a su esposo fallecido, Enrique Ruiz Barragán; un alarido escalofriante que nos transporta desde los planos más oníricos y sombríos hasta la realidad material, la culpa que perseguía a las mujeres que decidían sobre su cuerpo.
Con una escritura violenta y casi caníbal, Estenssoro atraviesa al lector como un fino estilete que, mientras nos desangra, nos cauteriza la herida de los siglos de mujeres sin voz.
Como destaca Andrés Cusicanqui en el epílogo -quien era en ese momento el marido de la autora- «María Virginia llora sin gritos, sin lágrimas, sin ojos, llora destilando alma e inquietud en sus cuentos».