Con apenas la referencia de misioneros jesuitas en la China del SXVIII, el autor creó una epopeya donde narra la ficticia serie de acontecimientos que les ocurren a los tártaros calmucos cuando luego de haber sido súbditos de la zarina Catalina la Grande, se ven impelidos desde su Crimea natal para huir por la estepa rusa hasta la China del emperador Qianlong de la dinastía Qing, misma que había sucedido a la dinastía Ming.