A contrapelo
O por qué romper el círculo de depilación, sumisión y autoodio
Tietoa kirjasta
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A contrapelo es un libro valiente, muy ilustrativo y divulgativo, además de divertido y, sobre todo, muy necesario para derribar la dictadura del mercado."—
Diario 16
"Olid centra su reflexión en un punto muy básico: el pelo es natural. En las mujeres también."—
Diari Ara
"En su avance implacable, las industrias de la belleza y la moda, en coalición con la cultura audiovisual, han acabado convirtiendo incluso la zona púbica en un magnífico negocio, a costa de acrecentar las inseguridades femeninas."—
El Periódico
Resulta fascinante que un cuerpo sin pelo, fruto de un artefacto social como la depilación, se considere muestra de feminidad innata. Lo lógico sería que el vello corporal, que separa a la niña de la mujer, se considerase intrínsecamente femenino, incluso sexi. Sin embargo, ocurre todo lo contrario, infantilizamos a las mujeres al tiempo que sexualizamos a las niñas. La mayoría de las mujeres que se depilan afirman hacerlo porque quieren, porque se sienten más atractivas o por motivos de higiene. No depilarse o mostrar públicamente que no lo hacen suele ser, más bien, una decisión política.
Este libro desmonta ideas preconcebidas sobre las supuestas bondades de la depilación, y analiza el castigo social que conlleva mostrar el vello corporal tal y como nace. Con los datos en la mano, veremos que la elección entre mostrar y no mostrar ese vello no es libre. ¿Qué vello estamos obligadas a erradicar si queremos que se nos vea como "mujeres de verdad"? ¿Qué impacto tiene en la salud física y mental acatar la norma social? ¿Qué pasa si no podemos acatarla? ¿Y si no queremos? Bel Olid expone con claridad y valentía no solo las contradicciones de la depilación femenina, sino también lo que esta conlleva de sumisión social, inseguridad personal y obediencia al mercado.
«No es un libro contra las mujeres que se depilan, es un libro contra el control social del cuerpo de todas las mujeres, tanto de las que se depilan como de las que no.» —Bel Olid