En sus crónicas, Carlos Velázquez no concede, no utiliza los lugares comunes y el exceso de adjetivos en la crítica musical. Puede hacer pedazos a bandas o personajes icónicos sin piedad, pero siempre con argumentos. Y cuando se trata de sublimar sus experiencias musicales, ya sea pop, rock o música norteña es capaz de conmover al más descorazonado lector.
Ya sea desde la "tranquilidad" de la vida cotidiana como desde las situaciones de violencia por las que transita a veces —en su entorno y en su cabeza— Carlos está siempre registrando lo que sucede mientras narra mentalmente lo que le urge escribir.
No sé si algún día muera por alcohol o por drogas, lo que sé de cierto es que sin escribir y sin música, ya estaría muerto.