El cardenal Gianfranco Ravasi, a partir de una reflexión sobre el símbolo, aborda un tema que recorre transversalmente las Escrituras: la dimensión del espacio y su constitución como horizonte de encuentro entre Dios y el hombre. La Biblia está impregnada de la percepción del espacio: algunos de sus lugares han llegado a ser familiares a culturas enteras; en muchos de ellos se articula aquel complejo entrelazamiento de relaciones que constituye la historia de la salvación: Dios y el hombre se encuentran en un espacio, lo habitan e imprimen en él las huellas de la propia presencia. Descifrar estas huellas significa reconocer también en ellas el signo luminoso, siempre cambiante, de una realidad diferente y más compleja: una realidad que aún no se ha dado del todo, sino que hay que esperar en la esperanza y en la fe.