James Stephens afirmó que «en este libro hay tan solo un personaje: el ser humano» pues cada uno de los seres que pueblan sus páginas simboliza alguna de las facultades del alma humana. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que
La olla de oro va más allá de las intenciones del propio autor. Su rica dimensión simbólica y su profunda reflexión sobre la vida hacen de esta una novela inclasificable, fruto de la brillante pluma de un autor, capaz de transformar mitos y leyendas gaélicas en un relato imaginativo, lleno de humor y con una profunda reflexión filosófica. Publicado en 1912, es uno de los textos más reconocidos de este autor.