Tariq era tan independiente que no se fiaba de nadie más que de sí mismo, con un poco de ayuda por parte de Isobel Mulholland, su indispensable y sensata secretaria.
Cuando un accidente de automóvil dejó herido al dinámico jeque y lo hizo depender completamente de Isobel, su primera reacción fue ponerse furioso. El único modo de superarlo era aprovechar al máximo aquella oportunidad de tener a Isobel a su disposición. Bajo los cuidados de la encantadora Isobel, Tariq empezó a pensar en seducirla. Aquella dulce mujer, a la que había tenido delante todo el tiempo, podría convertirse en su perdición...