"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla". Se podría transferir parcialmente esta frase del escritor colombiano Gabriel García Márquez a los evangelios. La persona de Jesús no se agota en ninguno de ellos y cada evangelio representa un modo de recordar y de contar, una manera de aproximarse y de vivenciar el misterio. Mateo cincela magistralmente pasaje a pasaje los sesgos de un Jesús polarizado por el sueño de Dios y de una comunidad creyente comprometida hasta la médula por vivir este apasionante proyecto. Embarcarse en la lectura de este evangelio es lanzarse a la aventura de ser encontrados y tocados por la Palabra.