La ortodoxia puede aparentemente resultar algo inocente, puesto que su preocupación es mantener la verdad y la validez de las propias creencias religiosas. Sin embargo, la historia y la experiencia han mostrado que ha sido un concepto ideológicamente cargado que ha servido como medio de exclusión, como punto de referencia para reprimir la libertad de pensamiento y como arma para «disciplinar y castigar». No diferente ha sido el caso de la ortodoxia cristiana.