"Quién olvida su pasado está condenado a repetirlo". Este lema ha generado la multiplicación de políticas de memoria desde finales de la década de 1990, en todo el mundo. Estas políticas normalizadas deben permitir a todos los ciudadanos aprender "las lecciones del pasado" y construir sociedades pacíficas. En lugar de la tranquila cohesión social que esperaban, los países que han adoptado tales medidas, sin embargo, han enfrentado discriminaciones persistentes, populismos y terrorismos de todo tipo.
Los estudios sobre memoria histórica tampoco cuestionan la necesidad y el impacto de las políticas de memoria en el comportamiento social. Este libro—publicado también en francés, inglés y árabe— rompe con la literatura existente y aporta una perspectiva crítica sobre la creencia demasiado consensuada de la eficacia de la política de la memoria para construir sociedades pacíficas, ya sea en una democracia estable o tras un conflicto político violento.