Tratado de los relojes elementales
Tietoa kirjasta
Ella lo dijo, y lo dijo delante de todos para que no hubiera dudas: «si me olvidas, te mato». Desde Sanlúcar de Barrameda partió Luis de Salazar sin más fortuna que la puesta, y con los años aprendió los oficios de truhan, vendedor de carne humana, asistente de inquisidores y maestro en el disfraz. Rodeado de lacayos que le limpian la baba y dan lustro a sus cien pares de botas, Luis de Salazar duerme la siesta de los infelices. Hace años que Manuela lo vio todo como en un espejo, cuando un día fue a sacar agua del pozo y, desde el fondo, observó a Luis acompañado de una corte de damas que volaban con sus vestidos de mil colores. Ahora Manuela está sentada frente a él, con los ojos clavados en la ventana por donde los barcos pasean y se dan la mano. Duerme Luis. Duerme Manuela. Los dos desaparecen sin convidar a nadie.