No encontrarás una descripción de edificios que albergaron a locos, sino matices y anécdotas de los locos y los cuerdos que los habitaron.
El
protagonista de los dos libros anteriores (sobre cementerios y cárceles) escribe cartas al autor durante la pandemia y en cada una le habla de un
manicomio diferente.
Los relatos están plagados de
anécdotas, unas muy desagradables y otras más asequibles, incluso las hay divertidas y, sin duda, todas
sorprendentes. No se recrea en el morbo, provoca que el
lector se enganche y
quiera saber, pero sin sufrir más de la cuenta.
Al final de cada capítulo recomienda una película y una canción que tienen alguna relación con el manicomio explicado. Como colofón, hay una cita de personajes conocidos.