Todas las mujeres caían rendidas a los pies de Henry Sheldrake, pero el cínico abogado las consideraba un estorbo. No tenía inconveniente en admitir que las mujeres tenían un lugar en la vida, ¡siempre y cuando no fuera el que él ocupaba!
Ghita James era un caso aparte... desde el preciso instante en que la vio, la deseó, y Henry siempre conseguía lo que se proponía. Pero Ghita no estaba interesada en ser tan sólo una amante ocasional, aunque le resultara muy difícil resistirse a él...