Cuando se tiene la suerte de trabajar con niñas y niños que aprenden juntos a hacer las cosas solos, siempre desde la premisa de que el éxito de uno es el éxito de todos, el aula se convierte en un espacio de crecimiento y convivencia mágico. Para lograrlo, las alumnas y los alumnos deben desarrollar destrezas como respetar el turno de palabra o ayudar dando pistas, junto con habilidades, procedimientos y actitudes que van a conformar su competencia para cooperar. Los docentes han de conectar la cooperación con lo que hacen diariamente. Más que en el aprendizaje cooperativo, deberían pensar en "cooperativizar" su práctica educativa, un camino que orienta este libro desde la experiencia en el aula de Infantil.