Una escapada inesperada y llena de pasión a Las Vegas con un jeque era algo impensable para la sensata Laurel Kincaid. Siempre había hecho lo que se esperaba de ella y eso le había generado un estrés tremendo. Por eso decidió ceder a la tentación y marcharse a Las Vegas con el atractivo Rakin Whitcomb Abdellah.
Rakin era tan irresistible que cuando le pidió que se casara con él para poder recibir su herencia, le dijo que sí. Lo que ninguno de los dos esperaba era que ser marido y mujer fuese tan excitante, y de pronto las reglas de ese matrimonio de conveniencia empezaron a parecerles un estorbo.