El rumor se había extendido por toda la ciudad: al guapísimo doctor Ben Kerrigan no sólo se le daba bien atender a sus pacientes, también parecía haber entablado una buena amistad con su bella vecina, Heather Kendall. Nadie había visto a Heather con nadie que no fueran sus dos hijas desde el accidente que la había dejado viuda. Pero todo parecía indicar que eso iba a cambiar. El calor que desprendían las miradas de Ben y Heather cuando estaban juntos podría derretir cualquier corazón… incluso el del esquivo doctor.