¿Necesitaba Dios el sacrificio de Jesús en la Cruz para reconciliarnos con él? Si es omnipotente, ¿por qué permite que sucedan cosas malas? ¿Cómo Jesús puede ser al mismo tiempo hombre y Dios? Si ya es infinitamente feliz, ¿cómo puede gozar con nuestros actos de amor?
El autor muestra que estos misterios revelan un amor divino sorprendente. Un amor que sorprende, pero que espera respuesta. A través del Evangelio, y de autores como Teresa de Lisieux, Gabrielle Bossis o Charles de Foucau l d , nos invita a considerar cuánto contribuyen nuestras sonrisas, nuestros actos de amor, por mínimos que sean, a la felicidad que Dios disfruta eternamente.