Las fechorías son un negocio y uno muy serio. Como representantes de MALANDRINIA —un mundo paralelo fantasmal tan asombroso como espeluznante— es su responsabilidad mantener niveles dignos de mugre, atrocidades y espanto entre los bonachones —los simples mortales, digamos.
Aunque Malicia siempre ha sentido que no encaja del todo en su familia, tampoco se atreve a desobedecerlos o contradecirlos, pero el día en que los abuelitos fantasmas comienzan a desaparecer misteriosamente, y entre ellos su adorable Abuelo Maligno, Malicia no tiene más remedio que aceptar la propuesta del tío Vejaremus —investigador privado de MALANDRINIA y la antítesis de su padre— y poner manos a la obra para rescatar al Abuelo, aun cuando esto implique romper todas las reglas de la familia.