La misión es nuestra inspiración y nuestra fuerza aquí y ahora. Si solo los animados pueden animar, solo los evangelizados pueden evangelizar. Necesitamos ser formados, porque formar es enseñar a vivir contagiando a Dios.
Formarse es formatearse como mensajero identificado con el mensaje. Es imposible comunicar el evangelio sin vivir en él. Este libro esparce semillas de formación para la misión, llevando a crecer en sensibilidad evangélica.
La formación para la misión toma en serio nuestra humanidad como narrativa de Dios. No son las ideas las que nos forman; es el toque a la sensibilidad que permite pasar del ego al amor, de la cabeza al corazón. Una reflexión que ilumina la inteligencia y da calor al corazón para que ambos funcionen a la par.