Todas las mañanas, Lis guarda en su mochila las cosas que más le gustan. Ahí están los bolos y el patinete para que jueguen Sofi, Rudy y Cata. Pero Lis empieza a darse cuenta de que sus tres amigos no la tratan con el mismo cariño: no la dejan jugar a los secretos y ¡hasta le roban el almuerzo!
Día tras día, Lis verá cómo esa mochila con la que carga se hace más y más grande. Y es que hay sentimientos que pesan mucho, como la tristeza, la vergüenza o el miedo de explicar lo que le pasa…