Diversión y un poco de trabajo, eso era lo único que Tess Haviland tenía en mente cuando Ike Grantham la contrató para arreglar aquella destartalada casa.
Entonces Ike desapareció y Tess se convirtió en la nueva propietaria de una casa en la que, según los rumores, había un fantasma. Sin embargo no eran los fantasmas lo que le preocupaba, sino sus vecinos: la pequeña Dolly Thorne, su solitaria niñera, Harley Beckett… y, sobre todo, el padre de Dolly, Andrew Thorne, que tenía su propia teoría sobre el motivo por el que Tess había aparecido de pronto en la casa de al lado.
Pero cuando descubrió un esqueleto en la bodega de la casa, Tess comenzó a hacer preguntas sobre la historia de aquel edificio, la prematura muerte de la esposa de Andrew… y la desaparición de Ike. Unas preguntas a las que alguien quería poner fin antes de que saliera a la luz la verdad sobre un asesinato sin resolver.