La obediencia nocturna (1969) apareció publicada por primera vez entre dos novelas igualmente señeras: "Farabeuf" (Elizondo:1965) y "El tañido de una flauta" (Pitol: 1972). Destaco en estas líneas las dos novelas cómplice, no porque compartan temática o un estilo común, sino por su carácter representativo de una generación que intentaba acercarse a la literatura desde la orilla opuesta a la tendencia dominante […] La obediencia nocturna aparece construida sobre la base de dos líneas argumentales: la infructuosa tentativa de alcanzar a Beatriz y el doloroso anhelo de hallar en el pasado el origen de una culpa posiblemente inexistente. El principal interlocutor del relato es el personaje que lo emite, mismo que accederá a la verdad de los hechos, luego de haber pronunciado su propia historia. Así pues, la novela puede leerse como un largo monólogo frente al espejo transmitido mediante una sintaxis que transparenta tanto el caos de la vida cotidiana, como la angustia interior del protagonista (Luis Arturo Ramos).