Sobre los misterios egipcios
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Jámblico, filósofo neoplatónico, acercó las doctrinas idealistas de la Academia al cuerpo de creencias esotéricas y mistéricas del mundo helenístico.
El filósofo neoplatónico sirio Jámblico, que vivió entre los siglos III y IV d.C., tuvo como interés especial la magia. A raíz de sus diferencias con su maestro Porfirio, el discípulo, editor y biógrafo de Plotino, fundó y dirigió su propia escuela en Siria (primero en Apamea, después en Dafne). A su muerte, le sucedió en la dirección de la escuela su discípulo, Sópatro de Apamea, el cual fundó después una escuela en Constantinopla y fue condenado a muerte por practicar la magia. Jámblico aportó a la escuela neoplatónica la práctica de la teurgia, magia divina y benéfica, que permite entrar en comunicación con el propio yo divino y con los altos seres espirituales, para lo cual se requiere una exigente pureza de vida y un profundo conocimiento esotérico. De sus escritos quedan varias partes de un extenso estudio sobre la filosofía de Pitágoras, una Exhortación a la Filosofía y la defensa de un ritual mágico, De mysteriis, que contiene abundante información sobre las supersticiones en el siglo IV. Lo más significativo de sus escritos es la intención de relacionar las doctrinas pitagórica y platónica con la tradición filosófica egipcia, así como el intento de armonizar a Platón y Aristóteles, y el interés por la sabiduría caldea.
Una de sus pocas obras que se conservan completas es "Sobre los misterios egipcios", título que en el periodo renacentista asignó Marsilio Ficino al texto "Respuesta del maestro Abamón a la Carta de Porfirio a Anebo y soluciones a las dificultades que ella plantea", en la que Porfirio atacaba a la teurgia y ciertas formas de adivinación que Jámblico se esfuerza en defender basándose en las enseñanzas de los Misterios egipcios y caldeos.