El papa Francisco, en su inspiradora encíclica Alabado seas, sobre el cuidado de la Casa Común, afirma: "Nunca hemos maltratado y lastimado tanto nuestra Casa Común como en los últimos dos siglos. […] Estas situaciones provocan el gemido de la hermana Tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo".
Este drama que afecta a la humanidad entera y a todo el planeta tiene un trasfondo ético. Por eso necesitamos urgentemente una ética regeneradora de la Tierra que le devuelva su vitalidad vulnerada, a fin de que pueda seguir brindándonos lo que siempre nos ha ofrecido durante todo el tiempo de nuestra existencia sobre este planeta.