Entre sus aspiraciones a corto plazo no figuraba el formar una familia, o eso era lo que creía el doctor Seth Mahoney, hasta que conoció a la enfermera Prudence Holloway y a su bebé. Cuando a Prudence le hizo falta un marido provisional, Seth se apresuró a presentarse voluntario.
A todas las imprudencias que la enfermera Holloway había cometido a lo largo de su vida, no pensaba añadirle la de enamorarse de Seth, que para ella era insufrible. A no ser, claro, que de verdad el donjuán de los quirófanos quisiera ejercer la paternidad...