La noticia de su «embarazo» aturdió a Tess Monahan más que a nadie, pero no tenía ganas de explicarle a toda la ciudad que era una virgen de veintiséis años. Además, su situación despertó el instinto protector de Will Darrow, el hombre cuya atención había intentado llamar desde que era niña. El impulso de Will era caballeroso... pero terminó por caer en la pasión. Y Tess no pensaba poner freno a sus besos incendiarios. De hecho, esperaba que su apasionado acto de amor hiciera que Will deseara casarse y tener hijos propios... con ella.