Como a cualquier otro gato, a Alfie le encanta pasarse el día dormitando en el sofá, delante de la chimenea. Le basta con unas cuantas caricias y algún que otro ronroneo para ser feliz, pero, de repente, se verá obligado a abandonar el hogar en el que se ha criado, se encontrará solo y perdido por las calles de Londres. Todo cambia al llegar a Edgar Road, un lugar lleno de jardines y preciosas casitas unifamiliares. Alfie comprende enseguida que solo allí conseguirá sentirse de nuevo como en casa. Únicamente allí podrá encontrar una nueva familia.
Los habitantes del barrio, sin embargo, aún no están preparados para acogerlo. Demasiado absortos en sus problemas, no tienen tiempo para ocuparse de él, aunque pronto descubrirán que Alfie no es un gato cualquiera, sino que tiene un don especial: capaz de intuir los deseos mejor guardados de las personas, Alfie también puede reparar lo que el destino ha roto en sus vidas y escuchar la melodía silenciosa de sus corazones.