La vida de Pingüino es muy complicada. En la Antártida hace muchísimo frío. Y no le gustan ni la nieve ni el frío. Tampoco le gusta ir a pescar porque los depredadores le intentan cazar, ni ser igual que los demás pingüinos y, para colmo, le gustaría volar, pero no puede… Pero cuando una morsa se acerca a él y le explica todas las cosas buenas que le rodean y lo afortunado que es en realidad, Pingüino reflexiona y se da cuenta de que a pesar de todas las dificultades con las que se encuentra está exactamente donde debe estar.