Adiós. Disculpa que empiece por la despedida pues, en realidad, eso es lo único importante de esta carta. Es la última que te enviaré y, por tanto, la única oportunidad que me queda para decirte todo lo que siento. Adiós, Angelina. Ya no volveré a casa.
¿Te inquieta leer estas líneas de mi puño y letra? Imagina cómo es para mí escribirlas. ¿Te sorprende recibir una misiva de repente tras estos meses de silencio? Lo lamento. Lamento enviar esta carta envenenada que sé que solo te hará sufrir. Me gustaría evitarlo, pero no puedo. Me he jurado a mí misma que no volveré a mentir.