El genio de Edgard Allan Poe moldea la siniestra premisa del entierro antes de la muerte para construir un relato perfecto, claustrofóbico, intrigante. El asfixiante desamparo de un hombre que sabe que corre el peligro de ser enterrado vivo permite un ingenioso ejercicio de tensión sostenida que haría que el mismo Hitchcock se removiera en su tumba. Como broche de oro, una advertencia extraordinaria que indica que cada uno es artesano de un infierno propio a su medida.